La educación basada en el autodescubrimiento es la vacuna contra la epidemia del estrés

¿Cuál es la causa de que cada año aumenten tan alarmantemente los casos de depresión y estrés? Te lo contamos y te damos la vacuna para ello
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En una ocasión, escuché a un padre preguntarle a su preciosa niña: “Cielo, ¿qué quieres ser de mayor?”. La niña respondió: “Papi, yo de mayor quiero ser feliz”. Casi se me cae una lágrima… Pero cuando realmente se me cayó fue cuando escuché al hombre responder: “Cariño, yo también quiero ser feliz, pero tienes que aprender que hay cosas más importantes”.

Según la OMS (Organización Mundial de la Salud), a día de hoy, la depresión es la principal causa de discapacidad del mundo occidental. Se estima que para el año 2030, esto se extenderá a todos los problemas de salud mental, que encabezarán el listado.

¿En un período de 10 años nos vamos a volver todos locos? Los niños, son el futuro y… ¿este es el pronóstico? ¿Qué está ocurriendo?

Probablemente, como dijo Krishnamurti, les estemos adaptando a una sociedad profundamente enferma, y eso no es signo de buena salud. Enfermos de estrés, de ansiedad, de insatisfacción, … Vivimos la vida en cadena perpetua.

¿Cuál es la causa?

La cura a la epidemia en la que nos encontramos está en mirar hacia dentro.

Nos volvemos locos buscando las formas de que sean los más competentes, que atiendan más en clase, que se les den estupendas las matemáticas… Y muy pocas personas realmente tratan de educar en valores como la autenticidad, la autocompasión y la aceptación.

Nos hemos criado en la cultura del esfuerzo. El sudor de tu frente marca tus posibilidades de éxito. Si estudias, trabajas, te formas y superas a la competencia, entonces te convertirás en una persona de provecho y tendrás éxito. El descanso está fuertemente sancionado a partir de, ¿los 8 años? Todo es un medio para un fin. El Ahora es un obstáculo. En el futuro está la promesa de una vida mejor.

Y ahí nos encontramos, esperando en la cola de la desesperación a que nos llegue el sueño prometido. No significa que haya que dejar de planificar, ni de programarnos, ni de tener metas. Siempre que esto no nos robe la alegría y la satisfacción del Ahora.

Recuerdo una gran lección que aprendí de mi abuela. Ella es una persona excepcional. A sus 70 años, permanece activa, jovial y apasionada. Elige sabiamente aquello en lo que emplear su tiempo y disfruta de sus actividades, desde la más trivial, hasta la más compleja. Una de sus grandes aficiones es la pintura. Recuerdo una vez que quedamos a comer después de su clase de los jueves. En esta ocasión, su rostro entreveía cierto desencanto, algo extremadamente inusual en ella. Le pregunté si le había ocurrido algo, y me comentó que justo esa clase había conseguido terminar un cuadro en el que llevaba tiempo trabajando. Lo había colocado en el asiento trasero del coche y, en el trayecto, el cuadro se había volteado. Al estar la pintura todavía fresca, el cuadro quedó… Hecho un cuadro. Le dije: “Abuela, ¿qué es lo que más te gustaba de ese cuadro?”. A lo que me respondió: “Esa es una buena pregunta… ¿Sabes qué es lo que más me gusta del cuadro? Pintarlo”. Nos reímos y disfrutamos de una comida maravillosa.

Esta mujer tan sabia había descubierto uno de los grandes secretos de la felicidad: el proceso es la vida, es el instante y, por lo tanto, es lo más importante que tienes Ahora.

Si enseñamos a los niños y niñas a tomar sus decisiones, a coger las riendas de su vida y aceptar su responsabilidad, desde la autocompasión y la aceptación, les estamos vacunando. Porque la única persona que puede resolver cualquier conflicto, lidiar con cualquier obstáculo y recuperarse de una caída desafortunada… Es “sí mismo”.

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