¿Qué levante la mano aquel que se propuso en algún momento ir al gimnasio de forma regular para ponerse en forma y abandonó a los pocos días? Si has levantado tu mano tengo que confesarte que yo también 😉
Encontrar “excusas” para abandonar aquellos propósitos que implican establecer un hábito diario o frecuente, es en sí mismo un deporte. Y cuando hablamos de Meditación y Mindfulness no es diferente, a pesar de sus innumerables beneficios. Cuando nos ponemos manos a la obra e intentamos establecer nuestra rutina meditativa, casi de inmediato, nuestra mente empieza a generar un montón de pensamientos, sensaciones, juicios, …cuyo único objetivo es conseguir que desistamos de nuestra intención para quitarse del medio a ese “incómodo Observador”.
Sin embargo, si conocemos estas “excusas” o “agujetas mentales”, tendremos la oportunidad de poder observarlas cuando aparecen y evitar que boicoteen nuestras mejores intenciones. Apreciaremos lo insistentes, curiosas, e incluso graciosas que son a veces. Y podremos darles una cariñosa despedida para continuar con nuestra práctica diaria.
Te recomiendo también que refresques cuáles son los 7 Compañeros de viaje del Mindfulness que vimos anteriormente, ya que tenerlos presentes y ponerlos en práctica es fundamental para trascender estas agujetas sin la sensación de tener que luchar contra nada.
Te voy a contar las “agujetas” más comunes pero seguro que, con la práctica, aprenderás a identificar otras muchas cuyo objetivo es el mismo. Algunas de ellas pueden aparecer antes de nuestra práctica y hacernos desistir antes de empezar. Otras pueden aparecen mientras estamos realizando nuestra meditación para intentar que la abandonemos también. Sea como sea, recuerda siempre quién tiene el mando, que tú eres el Capitán, que decides Tú. A veces ayuda identificarlas como si fueran un niño pequeño al que se le antoja algo y tiene que salirse con la suya. No claudiques ante ellas. Tampoco te enfades ni te frustres. Simplemente mantente firme en tu propósito, Obsérvalas y déjalas ir.
Agujetas mentales más comunes:
1. Impaciencia
Tenemos una tendencia innata a empezar algo y querer ver los resultados casi de forma inmediata; “Quiero paz interior ya, quiero mejorar mis relaciones ya, quiero dormir mejor ya…quiero todos esos beneficios que la práctica de la meditación ofrece y la ciencia avala…pero, ¡los quiero ya!
Para vencer esta impaciencia te recomiendo que no te pongas expectativas. ¡Fuera pretensiones!
Practica el no juzgar, el dejar ir, el desapego, sobre todo al resultado, y limítate a disfrutar de tu práctica meditativa. Es perfecta tal cual se presenta, ¡con impaciencia y todo!
2. Tengo muchos pensamientos
No te creas que de repente han surgido de la nada sólo porque te hayas puesto a meditar. Los pensamientos ya estaban ahí antes, venían “de serie”. La diferencia es que ahora te estás dando cuenta, ¡enhorabuena!.
Los pensamientos forman parte de la práctica meditativa, son como las “pesas” del entrenamiento. Meditar no consiste en no pensar. No se trata de dejar “la mente en blanco”. Los pensamientos no tienen nada de malo. No te juzgues por ello y, simplemente, déjalos ir y vuelve paciente y amablemente la atención a tu objeto de meditación.
3. Juicios y auto juicios
Junto con la impaciencia, otra tendencia innata que tenemos casi todos es la de emitir juicios sobre todo y sobre todos (incluidos sobre nosotros mismos); “ Esto de la meditación no es para mí…, no puedo dejar de pensar…, a fulanito se le da mejor pero es que no tiene ni la mitad de problemas que tengo yo…, esto es para místicos…, soy muy torpe para esto…, es una pérdida de tiempo…”.
Los juicios no son más que otra excusa que nuestra mente no entrenada va a utilizar para hacernos desistir. Practica de nuevo el no juzgar y aprende a mirar con mente de principiante; recuerda que los niños no juzgan, aprenden a juzgar al ver a los adultos hacerlo. Y, sobre todo, no te juzgues por juzgar ;), simplemente date cuenta de ello y de que no es más que otro pensamiento.
4. No tengo tiempo
Esta es quizás la “excusa” más común y por la que la mayoría de las personas abandona y, nuevamente, no es más que otro pensamiento. Confía en ti y en tu capacidad de sacar el tiempo que necesitas todos los días para tu práctica. Recurre a la paciencia, sobre todo contigo mismo. Si lo consigues y trasciendes este “boicot” vestido de “no tengo tiempo”, te darás cuenta de que cada vez te cunden más los días. Uno de los muchos beneficios que la práctica de la meditación aporta es el considerable aumento de la concentración o menor dispersión. La primera consecuencia es mayor eficiencia, creatividad y productividad en nuestras tareas. La segunda es una importante disminución en los tiempos que nos requieren. Y te sorprenderá descubrir que, al contrario de lo que pensabas, ahora tienes más tiempo para otras cosas que antes habías dejado abandonadas.
5. Postergar tu práctica
“Ya me pongo en vacaciones, que tendré más tiempo…”, “mañana empiezo seguro…”, “jo, se me ha juntado todo y no puedo ahora, pero luego saco un ratito y me pongo…”
¿A que te suena? Somos auténticos expertos en postergar, y no sólo nuestra práctica meditativa sino todo aquello que requiere de un esfuerzo y/o compromiso continuado. Esta “excusa” muchas veces viene de la mano de esa sensación de “no tengo tiempo”. Otras veces de los juicios y autojuicios que emitimos. El caso es que el “ya si eso luego yo ya…” no funciona en el 99,9% de las ocasiones.
Para evitar esta postergación te recomiendo dos pautas muy sencillas:
- Define cuál va a ser tu tiempo de práctica diario: Es importante que establezcas tanto la duración de la misma, como el momento del día que consideres que va a ser más idóneo para llevarla a cabo.
- ¡Cúmplelo!
6. Infravalorar la práctica meditativa
Tal vez te descubras pensando: “¡Esto es una chorrada!” . Bueno, es sólo un pensamiento, y no es cierto. Simplemente no estamos acostumbrados a que prácticas tan sencillas produzcan cambios tan profundos. Los estudios científicos demuestran que en sólo 8 semanas ¡cambia el cerebro!
Así que, no juzgues tu práctica por la experiencia o experiencias que hayas tenido durante la misma. Infravalorar no deja de ser un juicio sobre algo y, nuevamente, esto es sólo otro pensamiento.
Se paciente contigo mismo y comprobarás, tarde o temprano, los maravillosos resultados que tiene practicar todos los días
7. ¡Me aburro!
Esta experiencia es muy común durante la meditación, dado que tenemos tendencia a la actividad compulsiva. En cuanto pasas unos minutos haciendo supuestamente “nada”, la mente se encarga de enviarte señales de aburrimiento, ¡otro boicot de la mente no entrenada! . Sólo date cuenta de que, como cualquier otra experiencia, viene y se va. Es importante que aquí seas disciplinado y recuerdes que eres Tú quién ha definido el tiempo y momento de práctica. Simplemente observa esos pensamientos y, amablemente, dirige de nuevo tu atención al objeto de meditación.
8. Tratar de entender todo a nivel intelectual
Algunas personas sienten la necesidad de entender todo lo que sucede a nivel intelectual. Son predominantemente analíticos y necesitan tener claro el porqué de las cosas. No pasa nada. Está bien 🙂 No obstante, no todo lo que experimentamos o sentimos lo podemos explicar con razonamientos lógicos. Recuerda el dicho: “El corazón tiene razones que la razón no puede entender”. No obstante, si este es tu caso, te propongo que inicies tu práctica meditativa sin ningún tipo de expectativa, sólo abierto a la experiencia y, de forma paralela, te empapes con los miles de estudios y artículos que explican y avalan científicamente cómo la práctica diaria de la meditación influye en nuestro cuerpo y nuestra mente.
9. Verlo como una obligación más
Tu práctica meditativa no es una obligación. No lo consideres como una tarea más que debes hacer o incluir dentro de tu ya apretada agenda. Se trata de regalarte un momento para Ti, sólo para Ti. Para encontrarte con tu verdadera esencia. Un refugio para recargar confianza, amabilidad, fortaleza, paz, … y disfrutar de la mejor compañía: TÚ.
Bríndate la oportunidad de trascender todas estas “agujetas mentales” y cualquier otra que pueda surgir, y sigue regalándote ese ratito todos los días para tu práctica. Recuerda, sobre todo, ser amable y paciente contigo mismo. Pocas cosas resultan tan enriquecedoras, reveladoras y transformadoras como esta prodigiosa rutina diaria. Acepta cada una de tus meditaciones tal como se desarrollen, y no intentes forzar nada. Simplemente déjate llevar por esa maravillosa e incomparable sensación de sentirte en el Aquí y Ahora. De sentirte vivo, consciente y disfrutando del único momento que existe; Este Momento.