¿Cómo podemos ser verdaderamente felices?

La idea que tenemos sobre la felicidad es posiblemente el mayor obstáculo que encontraremos para vivirla. Úrsula Calvo propone una magistral reflexión sobre ello y nos da las claves para acceder a ella.
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En estos tiempos revueltos en los que las exigencias impuestas (y, sobre todo, autoimpuestas) de una sociedad altamente competitiva, materialista y disconforme, la Felicidad parece mostrarse esquiva, compleja e idílica.
Y no nos hemos parado a considerar que lo que es esquivo, complejo y más que idílico yo diría que imposible, no es la Felicidad, sino la idea que tenemos acerca de la Felicidad.

Tal vez, si reflexionamos sobre la absurda idea que tenemos acerca de ser felices, la auténtica Felicidad se muestre no sólo como una posibilidad real, sino como un hecho inseparable de la esencia del ser humano.

Sin miedo a equivocarme, esta es la idea o ideas que la mayoría de las personas tienen acerca del concepto de Felicidad:

  • Seré feliz cuando las cosas sean como yo quiero.

Porque “esto no debería haber sucedido” o “aquello debería haber sucedido”. Este es un camino directo y sin escalas a la infelicidad, ya que necesitaríamos controlar la vida y, lógicamente, escapa de nuestro control. Podemos tener un propósito o sentido de dirección, pero pretender que en el camino las cosas sucedan siempre exactamente como habíamos previsto, es un sinsentido.

  • Seré feliz cuando tenga esto o aquello.

Esta premisa implica que en este momento no puedes plantearte la felicidad, hasta que esa “cosa”, persona o acontecimiento no llegue a tu vida. Esto puede suponer un día, un año o toda una vida de espera. Pero, imaginemos que lo consigues. ¿Cuánto tiempo crees que vas a tardar en necesitar otra cosa?… La historia interminable de la infelicidad.

  • Seré feliz cuando Fulanito cambie

Quiero que Fulanito se convierta en mi versión ideal Fulanito Pro, y que Menganito entienda que tengo razón y se comporte como debería. Por supuesto, es posible que tu versión Pro de Fulanito sea más agradable. También es posible que tú sepas mejor que Menganito cómo debería comportarse. Pero si esto es lo que tú crees que necesitas para ser feliz, te planteo unas preguntas: ¿quién tiene poder para cambiarte a ti? ¿vas cambiando conforme conoces a personas a las que no les gusta como piensas o actúas? Si alguien con relativo poder, como tu jefe, consigue imponerte un cambio, ¿es un cambio real y profundo, o sólo superficial para salir del paso y volverás a ser tú en cuanto puedas?. Entonces, ¿qué te hace pensar que tú sí tienes el poder de cambiar a los demás?. Considerar esta posibilidad es otro camino directo a la infelicidad.

  • Seré feliz cuando en mi vida no existan emociones como el enfado o la tristeza.

Si necesitas no sentir emociones, tendrás que ver cómo puedes convertirte en una ameba. Esos organismos unicelulares no tienen sentimientos. Los seres humanos sí.

Si, para ti, la felicidad pasa por alguna de estas ideas, entonces quedará reducida a unos cuantos recuerdos felices (olvidando que posiblemente durante esos momentos también tu mente estaba absorta en algo que no había salido del todo “bien”), o a la esperanza de un futuro prometedor que nunca va a llegar.

Siempre esperamos algo más. Y está bien. La felicidad no pasa porque no actúes cuando sea necesario y en la medida en que puedas hacerlo para cambiar las circunstancias en el futuro. No significa que no trabajes con entusiasmo para realizar tus deseos, utilizando cualquier cosa que suceda para avanzar. No significa que no puedas convertirte en una fuente de inspiración o un agente de cambio para los demás. De hecho, esto forma parte de la expansión de la felicidad.

El asunto está en creer que hasta que algo no suceda no podemos ser felices. Entonces nos pasamos la vida esperando que ocurra algo. Y, mientras, ¡nos estamos perdiendo una vida feliz!: la agradable sensación de una ducha caliente, el sabor de la fresa que te estás comiendo, la risa contagiosa que acompaña a las historias de tu hija adolescente… y todas esas innumerables cosas que suceden continuamente, mientras estamos pensando en cómo ser felices.

Sólo date cuenta de que no necesitas nada Ahora, en este instante, para ser feliz, o no lo serás nunca. La vida no es tiempo, es un eterno Ahora. Nunca sucede, ha sucedido ni sucederá nada fuera de un Ahora. Y cuando estás plenamente presente, la felicidad no es algo que puedas alcanzar, sino que está implícita en el momento

La felicidad está tan cerca, tan Aquí, que no la vemos. Estamos acostumbrados a mirar en otra dirección…

Como cualquier verdad, es paradójica, y la complejidad está en verlo.

Para mí, una idea que apunta más hacia la verdadera Felicidad es considerarla como un estado interior de plenitud, paz y alegría. Curiosamente, ese estado interior favorece que las circunstancias exteriores se muestren más amables, las personas más colaborativas, y que aquello que deseas se vaya manifestando sin tanta lucha, sin perder la vida en ello. Visto de este modo, la Felicidad es una opción real.

Si aceptamos esta definición de felicidad, entonces nuestro reto está en darnos cuenta de que es un estado interior, desde el que podemos trabajar en nuestro propósito exterior, y decidir conscientemente cultivarlo.

¿Cuál es el mayor obstáculo?

 

La inconsciencia. ¿Elegimos conscientemente ser felices?. La mayoría de las personas dice querer ser feliz y, sin embargo, escoge lo contrario una y otra vez. Elegimos hacer responsables a los demás de nuestra felicidad, cediéndoles un poder que es sólo nuestro; elegimos manipular y tener razón a toda costa, incluso a costa de perder la paz; nos negamos a sentir lo que sentimos, y convertimos las emociones humanas en una pesada carga; renunciamos a nuestros propósitos, para conseguir una paz que no es auténtica; nos dejamos llevar por un sinfin de bucles de pensamientos compulsivos, convirtiendo nuestra maravillosa capacidad intelectual en una esclavitud…

Es importante darnos cuenta de esto, ya que la mayor parte de esas decisiones las tomamos de manera inconsciente. Vivir en “piloto automático” nos ha convertido en un manojo de reflejos condicionados, y hemos perdido nuestra capacidad de elegir conscientemente, de responder en vez de reaccionar, de vivir la vida en vez de pensar acerca de ella.

Interpretamos las situaciones como “dramas”, y esos pensamientos dramáticos no sólo las empeoran, sino que generan más situaciones dramáticas. Y esa es la realidad que vivimos.

¿Cómo podemos cultivar ese estado de plenitud, paz y alegría, desde el que lidiar con las situaciones que se nos presentan sin convertirlas en “grandes problemas”, desde el que tomar las mejores decisiones para nosotros y los que nos rodean, desde el que vivir plenamente las experiencias que nos aporta la vida a cada momento?

Las mejores herramientas que conozco, después de casi quince años de intensa dedicación al estudio de la felicidad humana y de mi propia transformación personal, son la meditación y la atención plena (mindfulness).

A través de la meditación y el mindfulness entrenamos nuestra mente para coger las riendas de nuestra vida y establecernos en ese estado de plenitud, paz y alegría interiores que expresan la auténtica felicidad. Y ese estado es posible aunque no podamos cambiar lo que ya ha sucedido, sin necesidad de manipular a los demás, sin necesidad de esperar a que algo ocurra, y sin necesidad de convertirse en una ameba. Y de ese estado surge una vida de propósito, compasión y realización.

La única premisa de la felicidad es que ha de ser escogida conscientemente. ¿Eliges ser feliz?

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