Atrás dejamos un verano que posiblemente sea el más atípico y extraño que nos haya tocado vivir, y damos la bienvenida a un otoño que se tiñe de los mismos colores.
La incorporación a los trabajos después de las vacaciones, la vuelta a los centros de estudio y la frecuente dificultad para conciliar ambas cosas son, de por sí, situaciones que para muchas personas generan estrés y ansiedad. Y si a esto le sumamos la sombra de este nuevo actor en forma de virus con el que nos toca convivir, y los cambios en nuestros hábitos que supone, el cóctel está servido.
En las últimas décadas, nuestro estilo de vida frenético ha propiciado que el estrés y la ansiedad se establezcan y normalicen como un estado de ánimo permanente en la vida de millones de personas. Y todo ello pese a los innumerables estudios, investigaciones y evidencias que demuestran y alertan del peligro que entraña para nuestra salud, tanto física como mental. Por alguna razón nos resistimos a aprender a vivir sin él. Encontraremos la vacuna contra el Covid pero, si no tomamos consciencia, seguiremos normalizando los estragos que el estrés produce en nuestras vidas y en la sociedad en general.
¿Qué es el estrés y por qué se nos va de las manos?
El estrés es un proceso que se activa en nuestro organismo cuando el cerebro percibe una situación que interpreta como peligrosa o amenazante. Esta respuesta se conoce como mecanismo de “lucha-huida”, y permite que se desencadenen una serie de efectos a nivel fisiológico: se liberan hormonas -como la adrenalina y el cortisol-, el corazón bombea más fuerte, los músculos se tensan, la respiración se acelera, el sistema inmunológico se paraliza…; y a nivel cognitivo: los sentidos se vuelven más agudos.
Sin embargo, cuando este mecanismo se mantiene en el tiempo, además de agotar los niveles mencionados, también nos afecta a nivel emocional: incapacidad para relajarse, sensación de soledad, inseguridad, irritabilidad…; y a nivel conductual: alteraciones del sueño y de hábitos nutricionales, aparición de hábitos nerviosos y/o compulsivos, tendencia al aislamiento social….
Esta respuesta resulta tremendamente útil en aquellas situaciones en las que realmente nuestra vida corre un peligro inminente. Por fortuna, estas circunstancias en nuestra sociedad occidental actual prácticamente son inexistentes. Sin embargo, el estrés da lugar a la mayoría de los problemas de salud que nos afectan hoy en día: enfermedades cardiacas, obesidad, diabetes, enfermedades gastrointestinales, fatiga, depresión…
Resulta paradójico que si las situaciones realmente estresantes, en las que nuestra vida corre un peligro inminente, no se dan prácticamente en nuestra sociedad, el estrés siga estando tan presente en nuestras vidas. La respuesta es sencilla y la encontramos unos párrafos más arriba: el estrés se activa cuando nuestro cerebro “interpreta” una situación como peligrosa o amenazante. Y esta interpretación siempre está basada en nuestros pensamientos. Por este motivo, atender nuestros pensamientos estresantes resulta fundamental si queremos llevar una vida saludable.
En artículos anteriores ya vimos cómo tiende a funcionar la mente y nuestra incapacidad para ver los pensamientos como lo que son, un simple hecho mental. Tendemos a creernos a pie juntillas todo su contenido y no lo ponemos en duda. Recuerda que los pensamientos son reales, pero no son La Realidad, y no tienes por qué creértelos. Sólo si crees que son la verdad en este momento, te verás colapsado por más pensamientos afines y emociones difíciles que te impidan actuar con claridad mental y vivir en plenitud.
Los pensamientos que nacen alrededor del estrés crónico están basados en acontecimientos o experiencias pasadas, o en las predicciones que se hacen sobre el futuro: miedo a enfermar, a perder a un ser querido, a perder el trabajo, a que nos ocurra algo parecido a lo que le ha pasado a algún conocido, … pero realmente no se ajustan a la realidad de este momento. Nuestros miedos alimentan esos pensamientos y provocan que, aunque no estemos viviendo esas situaciones, las padezcamos y suframos como si así fuera. ¿No te parece esto una falta de sentido? ¿Es razonable desgastar el organismo, mermar nuestras defensas naturales, cuando no es necesario?
Voy a suponer que, aún así, piensas que tiene sentido angustiarse o estresarse por algo que todavía no ES y que quizás no SEA. ¿Soluciona este estado de estrés alguno de los retos a los que te estés enfrentando ahora? Ese estado de angustia y desgaste, ¿crees que te ayudará a superarlo de la mejor forma posible?
“Aunque es necesario para la supervivencia que las señales de estrés repriman la mente consciente, que tiene un procesamiento más lento, todo eso tiene un precio: La disminución de la consciencia y la reducción de la inteligencia”
Takamatsu, et al. 2003; Arnsten y Goldman-Rakic, 1998; Goldstein, et a.l. 1996
Si no nos damos cuenta de la absoluta falta de sentido del estrés crónico, y seguimos pensando que estar estresados nos ayudará a superar esa situación o situaciones hipotéticas, se apoderará de nuestra forma de pensar, sentir y reaccionar. Y te garantizo, por experiencia propia, que vivir estresado no te da la oportunidad de resolver nada, y sí un camino lleno de sufrimiento, angustia e infelicidad.
Es importante que seamos conscientes de que lo único a lo que nos tenemos que enfrentar es a lo que tenemos delante en este momento, a lo que está sucediendo ahora mismo. Pero solo en el Ahora tenemos capacidad de actuación, y sólo en el momento presente encontramos los recursos necesarios para poder solucionar cualquier desafío que se nos presente. Nada que esté fuera de este momento tiene solución. Podemos planificar ó prepararnos si es preciso en este momento, pero no podremos resolver realmente hasta que el acontecimiento se produzca, si es que lo hace.
Mindfulness para aliviar el estrés
La práctica del mindfulness no sólo te permite detectar y trascender esos pensamientos estresantes, sino que también te ayuda a tener una relación plena, saludable y real con lo que Es en cada momento.
No vamos a negar que la situación que actualmente estamos atravesando es una situación complicada que genera mucha incertidumbre y que para muchas personas está teniendo consecuencias muy dolorosas. Por este motivo es más importante, si cabe, ser conscientes de no añadir a esta situación un sufrimiento innecesario a través de pensamientos estresantes que, lejos de resolver nada, deterioran nuestra salud y bienestar. Es importante, ahora más que nunca, mantenernos presentes para poder gestionar nuestros recursos y energía de una manera eficaz, plena y satisfactoria.
Te invito a que identifiques tus disparadores de estrés y practiques Mindfulness cada día. Te ayudará a mantener la calma y la claridad mental a lo largo del día, y a apreciar la multitud de momentos maravillosos que nos brinda la vida, y que el estrés nos impide reconocer y disfrutar.