El otro día estaba comiendo con unas amigas y empezamos a recordar hazañas de cuando estábamos en el colegio. Cada una se acordaba de unas historias que las otras rememorábamos, o no, y fui consciente de que no sabemos cuándo estamos creando un recuerdo, tanto si éste es agradable como si es desagradable. Se lo transmití a ellas y decidimos que, en ese momento, íbamos a crearlo, poniendo empeño y atención plena, a esa comida.
Es curioso que no sabes cuando estás instaurando un recuerdo y tampoco distingues si una persona, en el momento de conocerla, va a ser relevante en tu vida o alguien puntual que se presenta en un momento determinado.
Yo tengo amistades desde la niñez con las que sigo manteniendo una asidua relación actualmente. Otras se han despistado por el camino, no siempre porque hubiera surgido algún problema, sino por diferentes circunstancias de vida.
Las personas aparecen sin convocarlas, de una forma casual o causal… Algunas son a largo plazo, para disfrutarlas durante toda la vida. Otras son efímeras y, sin embargo, hacen una función fundamental en el periodo en que confluyen en nuestra vida.
Yo estoy abierta a seguir teniendo coincidencias y tengo mucha curiosidad en descubrir cuál de ellas será eterna y cual se cruzará conmigo para un asunto cualquiera o la que será decisiva en mi existencia.
En el grupo que inició este debate, empezó nuestra relación de amigas en la adolescencia. En la juventud nuestros caminos se distanciaron, sin saber por qué, y ahora, en el otoño de nuestra vida, ha surgido mágicamente el reencuentro. ¡Estamos encantadas y esperamos no distraernos, para no perdernos otra vez!
Y tú ¿sabes cuándo estás creando un recuerdo?
