Mis conversaciones con Mateo. Despedido

¿Sueles crear expectativas sobre acontecimientos venideros? Esta semana Paloma nos trae una fantástica reflexión acerca de las expectativas y sobre cómo estas influyen en nuestra percepción.
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Hace unos días le di el alta a un niño, Mateo, que ya había conseguido mejorar en su lenguaje adquiriendo todos los requisitos necesarios.

Cuando se lo comenté se quedó desconcertado y, en silencio, se fue al recreo.

Esa tarde me llamó su madre, un poco preocupada, preguntándome lo qué había ocurrido con Mateo en la sesión, porque había llegado a casa muy triste, diciendo que yo le había despedido. Cinco años…

Lo que en principio podía parecer algo agradable, como dejar de perder parte del recreo por asistir a mis sesiones, para él había supuesto una situación desagradable. Creyendo yo que le iba a hacer muy feliz, fue todo lo contrario. En esta ocasión ni mis expectativas, ni las de Mateo se cumplieron.

Al final así son las expectativas. Muchas veces, cuando deseas algo fuertemente y finalmente se concede, esa pretensión no se ajusta a la realidad, sino que dista notablemente de lo esperado.

Suele ocurrir más veces de las que nos gustaría. En circunstancias muy diversas como en los viajes organizados con mucha ilusión, por lo que hay en juego muchas esperanzas. También al cambiar de trabajo cuando te das cuenta de que ni el antiguo era tan malo ni el nuevo roza la perfección. Otro momento es el de la jubilación, cuando imaginas mil planes y luego te encuentras con la rutina. Incluso en escenarios más triviales como una cena, que te han invitado o que tu obsequias, en la que piensas que te lo vas a pasar fenomenal y al final es un desastre o al revés… O en la espera de una palabra de tu pareja cuando sostienes la creencia de que va a entender tu estado de ánimo, sin haberlo explicado, solo porque “me conoce muy bien, o ya sabe cómo soy”.

La mayoría de las veces sufrimos porque pretendemos que ese momento sea como lo hemos imaginado y no suele corresponderse con el desenlace posterior e, incluso cuando así sucede, también nos desilusionamos, ya que aquello que creíamos que anhelábamos no nos hace sentir como aspirábamos.

Abrirnos a dejar de controlar y fluir agradeciendo lo que la vida nos presenta, seguramente nos evitará muchas decepciones.

 

Y a ti ¿te ha pasado esto alguna vez?

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