Mis conversaciones conmigo 88. Dejar a un lado las expectativas

Reflexión sobre cómo avanzamos en la vida con lo que sabemos, valorando el progreso personal sin culpa y aceptando cada paso con gratitud.
WhatsApp
Facebook
Twitter
LinkedIn
Email

Todo el mundo funciona en la vida lo mejor que sabe, con el nivel de conciencia que tiene en ese momento. Cuando un niño empieza a dibujar el cuerpo humano, no pretendemos que lo haga como Da Vinci, sino que sabemos que irá mejorando según va aprendiendo y no le recriminamos, ni le hacemos sentir culpable por no saber hacerlo perfecto…

En la vida es lo mismo, vamos haciendo pinitos, solventando situaciones incómodas, descartando cosas y eligiendo otras nuevas con lo que conocemos en esa circunstancia. Después vamos mejorando en función de los resultados de nuestras experiencias.

Constantemente estamos asimilando y avanzando gracias a lo que haya ocurrido en nuestra vida y a las enseñanzas que eso nos dé. De esa manera vamos adquiriendo destrezas y somos más hábiles según vamos ejercitando aquello que estamos experimentando.

La práctica es fundamental para pasar del aprendizaje a la maestría.

Mi vida en el colegio trabajando con niños que tenían alguna dificultad de aprendizaje me ha permitido darme cuenta de que no ha habido ninguno, en más de 43 años de profesión, que no haya avanzado… En ocasiones, a lo mejor no se ha ceñido a nuestras expectativas, pero siempre ha evolucionado positivamente.

Por eso es importante reconocer nuestros avances y dejar de lado la idea concreta de cómo debería ser. Alegrarnos simplemente de nuestros propios progresos, o de los que tenemos a nuestro cargo, sin culpabilizarnos por no haber hecho, además, esto o lo otro. Cada cosa a su tiempo. Aceptando lo que sea en ese instante y agradeciendo lo que tengamos.

Y tú ¿aceptas y agradeces lo que tienes?

Compartir
WhatsApp
Facebook
Twitter
LinkedIn
Email
Descubre más

Artículos de interés