Muchas veces hacemos difícil lo fácil y suele ser por miedo…
Miedo a perder o a perdernos, al qué dirán, a mejorar, a dejar de ser quien conocemos desde siempre, a sufrir más, a salir del círculo de confianza, de la zona de confort…
Y hacemos lo contrario de lo que nos dice la intuición, el sentido común, qué es el menos común de los sentidos…
Entonces cogemos el camino largo, el pedregoso, el empinado… y nos dejamos embaucar por lo establecido, por lo habitual, para seguir el sendero señalado, el que evita poner los límites necesarios para ser tú.
No es tan complicado seguir lo que te dicta el corazón, lo que te da paz… y cuando lo haces, cuando por fin te atreves, te das cuenta de que el cielo sigue arriba y la tierra abajo… qué ha sido peor pensarlo que pasarlo.
Al final, cuando llegas a hacer el cambio, te sientes en casa y te preguntas qué fue lo que hizo que la transformación se realizara y, curiosamente, te contestas que te diste cuenta que el miedo sólo estaba en tu mente, que la solución siempre estuvo en ti, en la aceptación de lo que es y en tu decisión para dar el paso… sólo eso.
Y te sientes bien por haber elegido de forma acertada esta vez y te prometes dejar el miedo a un lado para la próxima, aunque te cueste, porque ya sabes el camino…
Y tú… ¿quieres dar el paso o prefieres seguir anclad@ en el miedo?