Durante el tiempo que estuve como acompañante de niños y adolescentes con dificultades escolares, he cambiado en diferentes ocasiones mi forma de estar con ellos y mis objetivos.
He aprendido a utilizar distintas terapias de forma intuitiva y he transmitido de múltiples formas el mismo concepto, pues con cada uno de ellos he establecido una relación única y especial. Desde luego, probablemente he utilizado recursos y herramientas de las disciplinas en las que me he formado y, al mismo tiempo, incluso las he comunicado con un procedimiento, a veces opuesto, ya que las personas no aprendemos igual, de la misma manera que somos heterogéneos, únicos e irrepetibles.
Y eso es lo mágico del ser humano, que no hay dos idénticos. Ni siquiera los gemelos de un mismo embrión; a pesar de tener los mismos padres, la misma genética, la misma educación, los mismos planteamientos de vida, con los mismos valores etc., la experiencia de cada uno hace que cada situación no se viva o sienta de la misma forma y cada uno dará un sentido diferente a ese aprendizaje.
Todo es posible y eso es lo maravilloso, podemos recibir las mismas enseñanzas, aunque aprendemos a utilizarlas de una manera diferente.
De esta forma, al ser originales, no es necesario equipararse con nadie. He intentado explicar a mis alumnos que, de las comparaciones, inevitablemente, emerge la envidia, y ésta conlleva a la culpa y al sufrimiento. Al ser exclusivos, la comparación pierde relevancia.
Además, al no necesitar identificarte con nadie, tendrás una buena autoestima y no te sentirás infravalorado o supervalorado, porque cada uno avanzaremos en relación con lo que somos y, así evitaremos la culpa, la envidia, la desconfianza, la mentira y todo estará bien si cada uno se mide con el termómetro especial de su propio ser.
Y tú ¿Qué opinas?