Hace unos días una amiga empezó a hacer comentarios sobre mí que no se ajustaban a la realidad, sino a sus expectativas sobre lo que esperaba que yo dijera o hiciera.
En realidad, estaba bastante molesta y cualquier cosa que yo dijera podía ser utilizada en mi contra.
No había ninguna explicación mía que le sirviese y seguía interpretando según sus cánones.
Llegó un momento en el que me di cuenta de que no quería compartirlo conmigo y arreglar la situación. Solamente tener razón e intentar que me sintiera culpable.
Había empezado a enfadarme cuando fui consciente de que existía otra forma de vivir la situación: responder en vez de reaccionar como estaba haciendo también yo.
Utilicé una de las herramientas más poderosas que he aprendido: La meditación.
Hice la meditación poniendo la intención de vivir en paz esa circunstancia.
La respuesta fue casi inmediata. Me di cuenta de que mi forma de reaccionar tenía que ver más con mi ego, por no gustar a todo el mundo, que con mi corazón, respetando la opinión de cada uno, aunque no se ajuste a mi realidad.
Me inundó un amor por mi amiga y sentí que mi corazón señalaba que dejara ir ese incidente, reconociendo que cada uno tiene derecho a sentir, decir y actuar como considere mejor.
Seguí sin estar de acuerdo con sus acusaciones, aunque también dejé de sentirme culpable como en un primer momento. Me compensó.
Desde luego no tengo ni idea de cómo se desarrollarán los futuros acontecimientos y nada puedo hacer para que mi amiga cambie de opinión. Lo que sí tengo claro es que yo me siento mejor escuchando a mi guía interior.
Y tú ¿sueles seguir a tu corazón?