¿Por qué nos resulta tan difícil meditar?

La respuesta a esta pregunta se encuentra, principalmente, detrás de esas falsas creencias que suele haber acerca de la meditación. Te mostramos las más frecuentes y te proponemos un reto ;)
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Las mejores empresas del mundo, la sabiduría milenaria, los más prestigiosos científicos… Todos coinciden en algo: la meditación puede ser la clave del éxito. Y, sin embargo, muchas personas todavía consideran que el sentarse durante media hora al día a no-hacer-nada es una misión imposible.

¿Por qué continuamos resistiéndonos? ¿Qué hay de desafiante en sentarse a, simplemente, mirar dentro de nosotros mismos? El gran reto consiste en hacer un cambio profundo. Nuestra mente actúa en base a patrones automáticos de respuesta. Al ser automáticos, llevan inercia, una que arrastramos desde muy niños. Con la meditación cortamos esa inercia, esos patrones que “nos vienen dados”, y comenzamos a decidir desde cero, libres de condicionamientos pasados… pero esto no resulta fácil: es un verdadero reto.

Cambiar de trabajo, de casa, de pareja… nos resulta complicado, ¿verdad? Incluso cuando es un cambio positivo… Pues imagina lo complicado que resulta cambiar tu experiencia de vida al completo. Para nuestra mente es equivalente a cambiar nuestra propia identidad.

¿Cómo se manifiesta la resistencia al cambio?

La mente tiende a justificar todo de forma racional. Se auto-convence de que cualquier decisión es (y fue) tomada con “lógica”. Sin embargo, nada más lejos de la realidad… Múltiples estudios han demostrado que la mayoría de las decisiones que tomamos son emocionales e irracionales (dado que siguen patrones automatizados de respuesta) y que, de hecho, el subconsciente toma la decisión mucho antes que el consciente. Por ejemplo, al recordar por qué abandonamos una relación, tendemos a pensar que fue el resultado de una valoración exhaustiva de los pros y los contras; es decir, tendemos a pensar que fue producto del raciocinio, cuando lo más probable es que abandonásemos la relación porque no nos sentíamos (emocionalmente) bien…

También tenemos justificaciones muy convincentes de por qué no podemos sentarnos a meditar (a pesar de conocer los múltiples beneficios que conlleva). Entre las más comunes se encuentran:

1. No tengo tiempo

La mayoría de las personas, independientemente del tiempo real del que dispongan, van a afirmar que su agenda no les permite hacer esto o aquello. Nos pasamos la vida pensando que no tenemos tiempo. Esto, en gran parte, se debe a la actividad mental. Al no tener un simple espacio de silencio (interno, no externo), nos da la sensación de que estamos constantemente ocupados. Perdemos mucha energía prestando atención al ruido de fondo que hay en nuestra cabeza. No sólo nos permite concentrarnos menos, sino que además nos induce un estado de constante tensión.

Al final, nos encontramos frente a una paradoja: no tengo tiempo para empezar a tener más tiempo. Y, por supuesto: estoy tan ocupado que no me ocupo.

2. La meditación no es para mí; no sé hacerlo

Sería lo mismo que decir que no vas a hacer un curso de cocina porque no sabes cocinar. Si estuvieras iluminado, no necesitarías sentarte a entrenar tu mente: vivirías en ese estado. Pero para el resto de nosotros los mortales, requiere un poco de esfuerzo.
La meditación es para todo el mundo. Si eres capaz de observar el mundo externo, también serás capaz de observar el mundo interno. Para ello es necesario el silencio mental, pero ese es precisamente uno de los objetivos de la meditación, entrenarte para acallar la mente… no es uno de los requisitos previos.

3. Soy incapaz de relajarme y de dejar de pensar

La meditación no consiste en “dejar de pensar” ni en “dejar la mente en blanco”. Si tratásemos de hacer eso, lo más probable es que nos diera mucho dolor de cabeza…
Esa actividad constante de la mente es la tenemos a lo largo del día; lo que pasa es que, al sentarnos y tomar distancia, se hace consciente. Si durante la meditación te avasallan los pensamientos, significa que también lo hacen el resto del tiempo. Si durante la meditación sientes tensión, no significa que haya aparecido por arte de magia: significa que ahora eres consciente de ella. Y desde ahí, desde la consciencia, es de desde donde vamos a resolver.

4. Esto es una moda New Age rara…

La meditación no es ninguna “moda”. La sabiduría milenaria lleva promoviendo esta práctica desde antes de Cristo. Lo que ocurre es que los seres humanos estamos evolucionando, y es ahora cuando muchos están tomando consciencia de su verdadero poder. No se trata de ninguna tendencia temporal: se trata de un cambio en la evolución, al mismo nivel, me atrevería a decir, que cuando el hombre comenzó a andar sobre dos piernas en lugar de sobre cuatro.

Nuestra especie estaba (y todavía continua) sufriendo una terrible epidemia: la epidemia del sufrimiento. Este engloba el estrés, la depresión, la ansiedad generalizada… todo esto que lleva a múltiples enfermedades (muchas de ellas mortales) se ha convertido en algo “del día a día”. Estamos en el tope de la cadena alimenticia y poseemos más recursos que nunca en la historia… ¿cómo es posible que seamos la única especie que muere de estrés?

Esto ha llevado a la ciencia a indagar en cuál es la causa del sufrimiento y en cómo podemos solucionar esta preocupante situación. Tanto la ciencia como muchas otras áreas han descubierto la meditación, pero no como un invento novedoso, sino como un remedio que ha estado aquí desde hace siglos.

5. Me siento incómodo, incluso duele, el estar en la misma posición durante mucho tiempo

No hay una postura “correcta” para meditar. No es necesario sentarte en con las piernas cruzadas en la cima del Tibet. Es recomendable sentarse con la espalda rectar y con las manos en el regazo. Si durante la meditación sintieses que te molesta alguna parte del cuerpo (o que tienes un dolor leve), trata de observarlo. Lleva tu consciencia a esa sensación y verás cómo disminuye.
Si, por el contrario, es una sensación intensa de dolor o malestar, puedes probar otras formas de meditación (no es recomendable meditar tumbado), como el yoga.

6. No acabo de creer en el poder de la meditación

“Creer” está a nivel mental. No se trata de que “creas” nada intelectualmente. Se trata de que experimentes de forma directa sus beneficios.

A la mente le encanta cuestionar y analizar. Esto está bien, siempre y cuando no te bloquee. Si te limitas al ámbito intelectual, probablemente te pierdas muchas cosas. No se trata de tener fe, sino de dar un salto hacia la experiencia. Puedes seguir tratando de comprender y de conocer más, a nivel mental, pero el no saber no tiene por qué impedirte comenzar a disfrutar de lo que te puede aportar.

Estas son algunas de las posibles justificaciones que puede ponerse la mente a sí misma para no salir de su zona de confort. Sin embargo, hay tantas excusas como razones por las que tomar la decisión. Te invito a que vayas más allá de toda esta resistencia y a que te des la oportunidad de experimentar una nueva perspectiva de la vida. ¿Aceptas el desafío?

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