¿Sientes o padeces?

La alegría, el enfado, la tristeza, la sorpresa, el miedo...forman parte de nuestro día a día. Durante toda la vida. Pero, ¿te permites, aunque sea de vez en cuando, pararte para observarlas y sentirlas plenamente? Una emoción dura 90 segundos. ¿Creías que era más? Si es así, sigue leyendo
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¿La alegría en tu vida es una constante? ¿Eres capaz de mantenerte imperturbable a lo largo de todo el día?

Si respondes que sí, antes de seguir leyendo, haz la prueba que demuestre que no eres un robot …

No eres un robot 😉

Así que, si has respondido que sí a las preguntas anteriores, probablemente te estés engañando a ti mismo…

Muchas personas son víctimas de una falsa positividad. Pretender demostrar que estamos siempre “bien” es muy cruel, y tiene consecuencias importantes.

La alegría es una emoción, pero a los seres humanos nos asaltan continuamente otras emociones como el miedo, la tristeza, el enfado, la sorpresa y el asco. Estas, según muchas teorías, son las 6 emociones básicas. Y tienen una misión importante en nuestra vida: avisarnos. Pero no son nada más que eso, una alerta. Vamos a ver hasta qué punto es importante que empecemos a cambiar nuestra relación con ellas.

¿Sabes el mensaje que nos trae básicamente la alegría? El del logro y la satisfacción. ¿Te sientes satisfecho alcanzando metas a cada instante?

¡Por supuesto que no! Así que, también tendrás la fortuna de recibir los preciados mensajes de las demás emociones humanas básicas. Esto es, por lo general, lo que te quieren decir:

  • Miedo: “Te puedes estar enfrentando a una amenaza o peligro”
  • Tristeza: “Tienes delante un cambio”
  • Enfado: “Algo o alguien está traspasando tus límites”
  • Asco: “Esto atenta contra tus valores”
  • Sorpresa: “Un descubrimiento. Tienes la oportunidad de aprender algo nuevo”

¿Sabes cuánto duran las emociones? 90 segundos, según la investigación de la neuroanatomista Jill Bolte Taylor. Ese es el tiempo que duran los efectos químicos asociados a la emoción. Tiempo suficiente para un, “¡oído cocina!”.

Sin embargo, algunas personas niegan sus emociones. Simplemente, no las quieren ver, se niegan a sentirlas para aparentar un estado de positividad permanente e implacable. Y lo único que consiguen es padecer, hacer crecer esa emoción y convertirla en una carga emocional (ahora sí, negativa), que merma su calidad de vida y llega a enfermar… ¿Cuántos casos conoces de personas “muy felices” que, de pronto, caen en una depresión?

No se trata de identificarte ni dejarte secuestrar por las emociones. Es una cuestión de entrenar tu mente para reconocerlas, aceptarlas, recibir el mensaje y, si es preciso, actuar.

Hace unas tres semanas recibí una noticia que me generó una fuerte emoción de sorpresa y me afectó especialmente. Además de ayudarme a conocerme un poco más a mí misma, gestionar esa emoción me llevó a una interesante investigación y, finalmente, a escribir este artículo.

A un familiar al que tengo mucho cariño le habían operado de cáncer. En sólo dos semanas, le habían diagnosticado un tumor en el cerebro que le estaba reduciendo la visión, un cáncer en la próstata y le habían operado de éste último. Al parecer, no había tiempo. Es un chico de poco más de 40 años. Siempre nos había llamado la atención por su positividad continua. Nunca le vimos “mal”, y siempre aseguraba que todo era “guay”. De hecho, cariñosamente le llamábamos “el guay”. A raíz de la enfermedad, hemos descubierto que no se habla con su madre ni sus hermanos y está a punto de separarse de su segunda mujer. A pesar de que le han dicho que el cáncer no tiene tratamiento y que lo único que puede hacer ahora es esperar, él sigue afirmando que “no pasa nada”, con una sonrisa fría y ya poco convincente…

En mi opinión, no reconocer y aceptar sus emociones con el fin de aparentar algo que no es, las ha convertido en una poderosa carga emocional y un potente veneno: el resentimiento. Y el resentimiento, enferma.

Estoy de acuerdo en que todo está bien y que no pasa nada…, cuando aceptas todo lo que sientes tal cual Es. Porque eso es permitir la vida. Y a esto te enseña el mindfulness y la meditación, a aceptar cualquier experiencia que se presenta y saberla gestionar desde ahí. Sólo desde la aceptación la mente se calma y puedes ver con claridad.

La belleza de la vida está en que somos vulnerables. Eso es precisamente lo que nos diferencia de las piedras y de la inteligencia artificial de los robots. Vivimos en una realidad dual, en la que no es posible experimentar nada que no tenga un opuesto. Sabes lo que es el frío porque has experimentado el calor. Sabes lo que es la paz porque has luchado. Y, afortunadamente, tenemos emociones que nos sirven de guía en nuestro camino. Es importante reconocerlas, apreciarlas y utilizarlas para poder avanzar y ser verdaderamente más felices cada día.

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