Estuve el otro día comiendo con un par de amigas de la infancia, muy queridas para mí, y mientras dábamos una vuelta por el Retiro, nos pusimos a comentar las circunstancias de la vida de cada una.
Coincidió que, en este momento, nos estábamos encontramos con personas tornillo, es decir, que tienen habilidad para sacarte de quicio, ya que parece que van atornillándote hasta que saltas y pierdes la paz.
Suelen aparecer como un toro de miura, sin avisar. Normalmente reaccionas poniéndote a la defensiva y sufriendo por la situación dada.
Llegamos a la conclusión de que, en vez de reaccionar, también puedes realizar, al menos, dos respuestas: torearla, es decir, sortearla yendo de puntillas, o incluso jugando al escondite con ella para que no te encuentre, o poniéndole banderillas, es decir, límites.
De cualquier manera, lo que está claro, es que lo que decida pensar o comentar esa persona sobre ti o tus circunstancias es simplemente su opinión basada en sus creencias y experiencias y, si lo aceptas así, no hay que hacer nada, únicamente darte cuenta de que es su punto de vista y que tú tienes otro, diferente, más acorde con lo tuyo.
Acabamos pensando que hay mucha gente a que le gusta juzgar lo que no es suyo, sino tuyo… aunque para que tengan fuerza sus comentarios, tú tienes que permitirlo.
Por lo tanto, si en tu vida aparece una persona de estas características, en vez de darle credibilidad a ella, puedes realizar una pequeña meditación o, simplemente, cerrar los ojos y hacer unas respiraciones profundas, para centrarte en tu interior y darte cuenta de lo que para ti es relevante.
Si tu respuesta está unida a tu propósito de vida, en mi caso es estar en paz, nadie tendrá el poder de enturbiar esa calma, a no ser que se lo cedas.
Y tú ¿tienes personas tornillo que quieras desatornillar?
