El otro día estuve compartiendo cena con un grupo de amigos que, aunque nos vemos poco, tenemos una relación muy consolidada.
Uno de los temas que surgió fue la falta de lealtad entre personas que considerabas cercanas y, por diferentes circunstancias de la vida, ha dejado de ser así.
No siempre eres consciente de cuando ocurre la ruptura. Unas veces es drástica y dramática al mismo tiempo y, sin embargo, en otras ocasiones, va deshaciéndose el nudo poco a poco hasta que se pierden las dos partes del lazo y dejas de verte y de saber de la otra persona.
Cuando te das cuenta, ha podido pasar mucho tiempo y, unas veces por esto o por falta de interés, la relación deja de estar en el presente para formar parte del recuerdo.
Una de las personas del grupo comentó que, con muchas de ellas, en momentos profundos de su vida había compartido confidencias íntimas, y ahora sentía la misma sensación que si hubiera dejado la llave de su casa en manos de cualquiera.
“En este momento -continuó- intento ser muy cuidadosa en confiar a quién comunico mis historias, puesto que me importa mucho esa lealtad sin límites, tiempo y espacio, en que lo compartido quede sellado en el amor y no en posibles comentarios con otras personas que no les interese, cuando la relación ya no sea igual”
Por eso, en las relaciones tenemos que ser fieles al momento en que se hacen las confidencias, aunque esa relación cambie. Si no es así, es mejor no hacer declaraciones por las que te gustaría cambiar la cerradura de tu casa.
Y tú ¿dejas puesta la llave de tu casa en la cerradura?