El otro día me quedé hasta las tantas hablando con un amigo del alma, en esas conversaciones que se dan de vez en cuando sobre humano y lo divino, con una copa de vino como acompañante silencioso.
Surgió el tema sobre unas relaciones comunes en las que se dan dos tipos de personas. Aquellas que cuando hay algún problema ponen tierra de por medio, huyendo de las responsabilidades y compromisos y las que siempre están discutiendo, incluso cuando les estás dando la razón, por si acaso.
En algunas ocasiones, curiosamente esas dos formas de funcionar pueden darse en la misma persona.
Los primeros son escapistas y, cuando las cosas empiecen a ponerse difíciles desaparecerán, a pesar de que hayan hecho un juramento o tengan un pacto importante en tu vida, porque necesitan liberarse de los deberes adquiridos. Otras, sin embargo, van a estar presentes solo para hacer guerrillas sobre lo que tú opinas o te parezca correcto porque su alimento está en el conflicto.
Ambas situaciones son complicadas a la hora de tener paz y tendrás que ser muy hábil para utilizar todos tus recursos en conseguir no entrar a la gresca, tanto en discusiones por ausencia como por una presencia exagerada.
Encontrar el equilibrio y el punto medio será el objetivo primordial en ambas situaciones.
Y tú ¿tienes relaciones de ambos tipos?