El otro día me encontré con una amiga que se acababa de separar y me dijo que estaba muy agobiada y desconcertada, pues unas veces se sentía triste y otras con ansiedad.
Me comentó que no paraba de dar vueltas a la cabeza: en ocasiones con pensamientos de lo que había pasado, lo que hubiera podido hacer o decir en tal o cual circunstancia o imaginando los problemas que le podrían acontecer en su nueva situación.
Me preguntó que si podría dar mi opinión al respecto. Obviamente nos fuimos a tomar algo para hablar con tranquilidad.
Después de escuchar sus comentarios, le expuse algo que había aprendido hace tiempo. Los pensamientos del pasado pueden causar depresión y los pensamientos del futuro traen desasosiego y estrés.
Le confesé que, cuando yo rumiaba pensamientos sobre un tema, la única forma de salir del bucle, la solución más eficaz que había encontrado, era vivir en mindfulness. Es decir, situarme en el presente. Y me ayudaba una maravillosa herramienta que conecta con nuestra esencia: la meditación.
La meditación, le comentaba, permite cambiar el foco de la atención. Dejar de orientarla hacia esos pensamientos recurrentes y encaminarlos a otra intención, por ejemplo, a la respiración.
Así, proseguí, te encontrarás mejor y el malestar comenzarán a disminuir.
Para ello, lo fundamental es convertir la meditación en un hábito. Así se conseguirá salir del bucle y vivir la vida de forma más serena.
Las circunstancias no las podemos cambiar. Sin embargo, podemos responder de una forma diferente para no caer en ninguna emoción que nos lleve al desequilibrio y nos aleje de la paz.
Y tú ¿has probado ya a meditar?