Si hay algo que es cierto es que la vida es cambio. Y sí tú cambias, todo cambia.
Puedes mantenerte en los mismos hábitos, en no hacer nada diferente y, sin embargo, cada día es exclusivo y único. Único para seguir haciendo lo mismo, si te eso te hace feliz, o para cambiar si no es así…
Muchas veces creemos que nuestra seguridad está en tener ciertas costumbres diarias que nos hacen vivir cada jornada como si fuera la misma y, sin embargo, la confianza no radica en lo que hagas o en lo que dejes de hacer, sino en cómo te sientas internamente haciendo lo que sea, abrazando la incertidumbre, aceptando que el resultado no va a ser como te imaginas.
Lo importante es empezar a realizar lo que te guste, aunque no esté dentro de tus planes, aunque no lo vean bien tus allegados, aunque sea un cambio que interfiera en otros…
Lo imprescindible es estar en paz con uno mismo, mucho más que estar en paz con el resto del mundo.
De alguna manera, el parar, reflexionar y llegar a conclusiones de transformación muchas veces es lo único necesario para empezar a volar.
Y tú, ¿has pensado que si tú cambias todo cambia?
