Mis conversaciones en el desierto. Contrastes

Acompaña esta semana a Paloma en un viaje fascinante al desierto en el que descubrió infinidad de contrastes.
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Hace una semana terminó mi viaje al desierto del Sáhara, un peregrinaje de introspección a la vez que de divertimento.

La cantidad de contrastes que vi me iluminaron haciéndome consciente de la similitud de las variedades en mi interior…

El oasis, el desierto de dunas doradas, el desierto árido y gris, los sosiegos de las noches, la algarabía de los mercados o zocos…

Del mismo modo que mis emociones, unas veces me embargaba la tristeza, otras el enfado o el miedo, incluso el asco, aunque la alegría y la sorpresa aparecían de forma predominante. Sé que todas son necesarias y las dejé fluir según venían, permitiéndoles su momento de aparición y dejándolas ir enseguida para volver al instante presente, cada vez que me perdía al hundirme en alguna de ellas.

Las personas con quien compartí esos días han sido claves. Tanto las de mi entorno cercano, mis compañeros de viaje con quienes sentí una unión y un entendimiento desde el minuto cero, como la gente oriunda del lugar que, del mismo modo, me cautivó desde el principio.

Me impresionó el silencio y la grandeza del desierto. Sus tiempos de amanecer y puesta de sol viviendo in situ esa magia maravillosa que transmite.

El oasis con su enorme vergel a pocos kilómetros…


La riqueza en los alojamientos y la extrema pobreza en la calle…


Difícil poner en palabras todas mis sensaciones y lo que está influyendo en mí desde entonces.

Los recuerdos de mis compañeros de viaje, de los bereberes, de los nómadas que conocí y con los que únicamente hubo un cruce de miradas furtivas e intensas.

Doy gracias a la Vida por permitirme esta experiencia única en este momento de mi existencia.

Y tú ¿recuerdas los contrastes, internos y externos, de algún momento de tu vida?

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