Mis conversaciones con Celine. Quiero volver

Esta semana Paloma nos presenta una interesante reflexión sobre los límites que establecemos, o no, con nuestros hijos a raíz de una situación vivida con una de sus alumnas. ¿Qué opinas?
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Hace un par de meses una alumna mía, de primero de primaria, se molestó conmigo porque le hice una observación sobre su forma de actuar cuando entraba tarde a la clase y hablando en alto, porque descontrolaba y molestaba a sus compañeros.

Con seis años, ella decidió que ya no quería venir a mi clase porque a ella nunca le habían “regañado” antes. Yo le dije que no la estaba regañando, y que, simplemente, le había dicho que no importunase a sus amiguitos.

Al hablar con su madre sobre la situación, me comentó que tenía que respetar la decisión de su hija. Yo le comenté que aún le faltaba tiempo de tratamiento ya que, todavía no sabía pronunciar todos los fonemas y estaba avanzando en lectoescritura en la que observaba ciertas dificultades y le estaba costando seguir el ritmo de la clase.

Celine dejó de venir a clase y los demás niños no entendieron que ella pudiera decidir irse y que se lo permitieran sus padres.

Lo que en un primer momento fue un logro de la niña se volvió en su contra pues en su lugar entró otra compañera de la clase.

Al poco tiempo, al ir a recoger a mis alumnos al comedor, Celine estaba sentada con ellos, al lado de la nueva compañera que había ocupado su puesto. Con carita compungida me dijo que si podía cambiar de opinión, pues se había arrepentido porque había tomado esa decisión en un momento que estaba enfadada. Me preguntó si podía volver a mi clase, pues se había arrepentido y quería cambiar.

En mi clase el número máximo de plazas es de seis y estaban todas cubiertas. No había posibilidad. De todas formas, le dije, la decisión de volver no le correspondía decidirlo a ella, sino a sus padres, por lo tanto, era importante que le dijera a su madre que la volviera a apuntar, cosa que no hizo.

A mí me parece muy bien que tengamos a los niños en cuenta y, por supuesto, que sean felices. Al mismo tiempo, es importante ver claros los límites en donde ellos no pueden elegir porque aún no tienen las capacidades para decidir por sí mismos en algunas cuestiones y somos los responsables de su educación, tanto los padres como los profesores, los que debemos de actuar para el beneficio de ellos, independientemente de que les guste o no…

Ni qué decir tiene que, el día de mi despedida, ella tenía una bolsita con su nombre y la misma sorpresa que sus compañeros y yo recibí un dibujo y un abrazo que guardaré en un rincón especial de mi corazón.

 

Y tú ¿qué opinas sobre las decisiones de este estilo?

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