Ayer tuve la gran suerte de ser la baby-sitter de mi nieta. Cuando la tumbé en la cuna, me quedé mirando como dormía plácidamente.
Descubrí cómo respiraba, percibiendo esa paz al inhalar, recibiendo la vida, y al exhalar, soltando lo que ya no necesita. En ese momento fui consciente, una vez más, de que dar y recibir es lo mismo. Recibes la vida y la das, como en la respiración.
Al mirarla me di cuenta también de que la meditación, que parece tan complicada a veces, es solamente la percepción de este vaivén. Simplemente es esto, tomar y soltar viviendo cada momento plenamente. Ahí todo se vuelve prodigioso. Todo es perfecto y armonioso.
Observando el instante de recibir el aire y el instante de exhalarlo, al darme cuenta del equilibrio del dar y recibir, centrándome en la respiración, viviendo la magia del momento, fui consciente que traemos incorporada la capacidad de realizar la meditación desde el momento del nacimiento, lo que pasa es que la vorágine del día a día, y de la vida, nos hace olvidarlo.
Volver a reencontrarnos con esa sabiduría innata nos encaminará a utilizarla siempre que queramos.
Y tú ¿te has dado cuenta de que sabes meditar?