Mis conversaciones conmigo 79. Discusiones

Todas las convicciones son válidas e igualmente respetables, aunque no estés de acuerdo. Intentar persuadir al otro de tu juicio a lo único que conlleva es a mermar la paz y a crear conflicto.
WhatsApp
Facebook
Twitter
LinkedIn
Email

Ayer por la noche tuve una discusión telefónica, con una persona muy querida para mí, por motivo de una situación ajena a las dos. Obviamente cada una teníamos nuestro criterio y parecía que estábamos en un concurso para ver quién convencía antes.

Ninguna convenció a la otra y al final lo único que sacamos en claro fue una mala sensación, dolor de estómago e insomnio.

No merece la pena. Realmente las opiniones son sólo eso, pensamientos que cada persona tiene sobre algo en concreto, en función de sus experiencias, creencias, valores… con la particularidad de que, incluso tú, puedes cambiar esos veredictos sobre el mismo escenario de un día para otro. Y está bien.

Lo que no tiene lógica es que, porque no opines como yo o yo no piense como tú, eso se convierta en un drama o, al menos, en una situación incómoda para ambas partes.

Desde mi punto de vista, todas las convicciones son válidas e igualmente respetables, aunque no estés de acuerdo. Intentar persuadir al otro de tu juicio a lo único que conlleva es a mermar la paz y a crear conflicto.

Yo en este tipo de cosas ya he dado por mí, como cuando jugábamos de niños, y voy a cuidarme mucho de querer instigar a nadie con mis argumentos. Del mismo modo, dejaré claro que no necesito que se me imponga algo en lo que no creo. Si estoy confundida, ya me daré cuenta y cambiaré, o no, de parecer.

Lo que desde luego no me merece la pena es pasar una mala noche, tener mala sensación o preocupación que me active las cavilaciones que se hacen bola por algo que no tiene sentido.

Y tú ¿qué opinas sobre las discusiones?

Compartir
WhatsApp
Facebook
Twitter
LinkedIn
Email
Descubre más

Artículos de interés