La libertad no está en el qué, sino en el cómo vivo el qué.
Sea lo que sea que me ocurra, lo importante es lo que hago, es decir, mi actitud ante ese acontecimiento.
Ante una misma circunstancia puedo reaccionar o responder.
Si elijo la primera opción, la emoción dirige.
Si me decido por la segunda, le doy la oportunidad a que guíe mi corazón.
Y eso depende exclusivamente de mí. De una elección.
Y me doy cuenta de que, cada vez más a menudo, le doy el poder al amor, a mi esencia.
Y tú ¿a quién quieres dar más valor… a la paz o a la razón?